AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

domingo, 27 de enero de 2013

EPÍLOGO. LOS CACHORROS DEL NORTE

            Dentro del carruaje que trastabillaba por los caminos pedregosos, la joven estaba nerviosa por el inminente encuentro con su esposo. Iba hacia Invernalia desde su hogar, Aguasdulces. No lo había vuelto a ver desde hacía un año, el tiempo que duró la horrible Guerra del Usurpador. La noche de bodas fue el único momento de intimidad que había tenido con él, puesto que al día siguiente el muchacho había partido para unirse a Robert Baratheon. Sin embargo, esas horas de inseguridad y primeras experiencias amatorias habían dado un fruto espléndido: el primogénito de la casa Stark. Catelyn miró al bebé que llevaba en sus brazos: un niño robusto con el pelo castaño rojizo de los Tully. ¡Qué contento se pondría Ned cuando lo viera! Tras todas las desgracias que había vivido, encontrarse con un hijo varón sería un alegría. El asesinato de Brandon y Lord Rickard habían afectado profundamente a Eddard. A estos terribles acontecimientos se unía ahora la muerte de Lyanna en la Torre de la Alegría, lo que de una forma u otra harían aún más taciturno el carácter del joven Stark. Catelyn temía la convivencia con él. ¿Cómo sería tras la guerra? Lo cierto era que tampoco le había dado tiempo a conocerlo mejor. Una sola noche no era suficiente para entrar en el alma de nadie. Pero lo que vio en sus ojos le gustó: honor, verdad y, sobre todo, limpieza. Estaba muy escarmentada tras su experiencia con el pupilo de su padre, Petyr. Confió en él y le pagó engañando tanto a ella como a Lysa, su hermana pequeña. ¡Con lo que lo había querido! No le deseaba ningún mal, pero la distancia que Lord Hoster puso entre ellos fue lo mejor. Recibió una carta de Petyr semanas después de su marcha de Aguasdulces, pero ella la quemó sin abrir. Quería dejar ese asunto cerrado del todo. Lo que vino después no la ayudó a recuperarse del dolor por la pérdida de un ser tan querido: tras unos pocos meses de ilusión por su próximo matrimonio con Brandon Stark, llegó la noticia de su asesinato en Desembarco del Rey. Aún sentía su piel erizarse cuando pensaba en la muerte de su joven prometido y su futuro suegro. ¡Qué horribles crímenes! Tras aquello, su matrimonio quedó en suspenso, pero su padre resolvió el problema prometiéndola al nuevo señor de Invernalia. La primera vez que vio a Ned se sintió decepcionada. No tenía nada que ver con Brandon: no era tan alto ni tan guapo. Se notaba que había empezado a dejarse barba para ocultar un rostro aniñado. Pudo haber sido peor: que la hubieran casado con Benjen Stark, que sólo tenía trece años. Ned era más o menos de su edad, casi un hombre ya.

sábado, 26 de enero de 2013

Capítulo 44


EDDARD
El calor de Dorne lo agobiaba. Con la armadura puesta aún era peor y eso aumentaba su cansancio. Sólo el hecho de saber que estaba cerca de Lyanna le daba las fuerzas para continuar. Sus compañeros también lo estaban pasando mal. A Willam Dustin, Ethan Glover, Martyn Cassel, Mark Ryswell y Theo Wull se unió Howland Reed. Ned se negó al principio a que fuera con ellos a Dorne, porque un lacustre no sabía luchar con tácticas propias de caballero, pero Howland insistió. «Vuestra hermana es una mujer valiente que me salvó la vida. Es mi oportunidad para devolverle el gran favor que me hizo. Os suplico que me dejéis ir con vos.» Eddard no pudo negarse y accedió. Al fin y al cabo, mejor ser siete, puesto que no sabía si allí iban a encontrar a más hombres armados aparte de los tres capas blancas.

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 43


LYANNA
            Desde que llegara la noticia de la muerte de Rhaegar en el Tridente, Lyanna era un alma en pena. Lo único que le daba sentido a su vida era el bebé que crecía en su vientre, fruto de su amor. Se obligaba a comer sólo por alimentar al niño, porque ella no sentía hambre y sólo deseaba dejarse morir. Su rostro estaba demacrado, con los ojos enrojecidos de tanto llorar los últimos meses. Era paradójico pensar que, mientras ella se consumía por dentro, su cuerpo engordaba cada vez más. «He de ser fuerte por ti y por él», le decía a ese pequeño ser. Calculó que el momento del alumbramiento debía estar próximo, pero aún quedaban unas semanas para que llegara. Estas cosas no eran exactas, así que era mejor estar prevenida, aunque en el desolado paraje donde se encontraba iba a ser difícil dar con un maestre o alguien que pudiera atenderla en el parto. «Soy una loba del Norte, no tengo miedo, pariré sola si es preciso.» Repetía esas frases una y otra vez con el fin de creerlas y de hacerlas verdaderas.

jueves, 24 de enero de 2013

Capítulo 42


EDDARD
            La situación de Bastión de Tormentas era límite cuando Ned y su ejército llegaron. El asedio de Lord Mace Tyrell había dejado el lugar incomunicado y sin posibilidad de abastecerse, por lo que la guarnición hubo de alimentarse con caballos, perros y gatos. Se decía que incluso habían comido carne humana, pero Eddard prefirió pensar que no fue así. Gracias a un contrabandista, un tal Davos Seaworth, pudieron resistir hasta que Ned apareció con refuerzos. Davos penetró en Bastión de Tormentas con un cargamento de cebollas y pescado en salazón, una bendición para la agotada guarnición. A la hora de ayudar a Stannis, el hermano de Robert, Ned y sus hombres lo hicieron de manera pacífica. Eddard se sentía satisfecho de ello porque ya no podía soportar más derramamiento de sangre. La visión de Elia Martell y sus hijos fue la gota que colmó el vaso de tanta violencia. Una cosa era un campo de batalla y otra asesinar a una mujer y unos niños a sangre fría. Al menos la guerra se daba por acabada en Bastión, aunque el paradero de su hermana seguía siendo un misterio. Era el último cabo que atar. Muerto Rhaegar, ¿quién podía saber dónde estaba Lyanna? Había perdido toda esperanza de encontrarla tras un año. Era desesperante… Robert decía que también quería encontrarla pero, ahora que ya era efectivamente rey, parecía más preocupado en matar a los Targaryen que quedaban. De hecho, una vez levantado el asedio, Stannis marchó hacia Rocadragón, donde la reina Rhaella, que estaba embarazada, y su hijo Viserys, se habían refugiado antes del saqueo de Desembarco. En su fuero interno, Ned deseaba que esa expedición fracasara. Recordó cómo se había despedido de su amigo. En parte, no sentía de corazón las duras palabras que le dirigió, aunque sí que estaba disgustado con la manera de llevar todo lo relacionado con la familia real. Lo único que admiraba de él era su capacidad para perdonar a gente como Jaime Lannister o el Consejero de los Rumores de Aerys, el extraño lyseno Varys, apodado La Araña. Ned no se consideraba una persona rencorosa, pero sí justa, y lo del joven Lannister lo sacaba de quicio: no hizo nada por evitar la muerte de su padre y su hermano, mató a Aeyrs por la espalda… ¿Se podía confiar en alguien así, en un Matarreyes? La podredumbre de la capital le asqueaba, toda esa gente llena de secretos, intrigas y oscuros intereses. Su pelea con Robert era la mejor excusa para no volver allí jamás. Ni siquiera le pidió ser su Mano, cosa que le daba igual y hasta agradecía. Deseaba volver a Invernalia con su esposa y disfrutar de su matrimonio. No pedía nada más para ser feliz: sólo encontrar a Lyanna.

miércoles, 23 de enero de 2013

Capítulo 41


ROBERT
            La herida del hombro aún estaba sin curar. Se convertiría en una cicatriz más a unir a la colección que adornaba su cuerpo. Pero no era una cualquiera: Rhaegar le había asestado un profundo espadazo en el Tridente y luciría con orgullo una marca que recordaría para siempre su victoria sobre el malnacido dragón. Iba de camino a Desembarco del Rey y ya asomaban las torres de la Fortaleza Roja. Eddard se había adelantado y estaba esperándolo allí, desde donde llegaron las mejores noticias que se podían escuchar: Lord Tywin Lannister se había puesto del lado rebelde y saqueado la ciudad. El rey Aerys había muerto a manos de Jaime Lannister, dato interesante para Robert. Estaba deseando conocer al muchacho capaz de cometer semejante acto. No negaba que le hubiera gustado ser él mismo quien acabara con el Rey Loco, pero encontrarse con un trabajo tan desagradable ya hecho tampoco llegaba a importarle demasiado. Había matado a Rhaegar, su objetivo principal, con sus propias manos. Respiró profundamente al recordar los rubíes saltando por los aires y perdiéndose en el río para siempre, mientras que su enemigo musitaba  «Lyanna…» Asqueroso dragón… ¿Cómo osaba decir ese nombre sagrado con su último aliento? Robert todavía no sabía dónde estaba Lyanna, pero no dejaría de buscar hasta dar con su paradero y desposarla por fin.

martes, 22 de enero de 2013

Capítulo 40


EDDARD
            La rebelión llevaba ya casi un año en marcha y aún no tenía noticias del paradero de Lyanna. La muerte de Rhaegar supuso un espaldarazo a la causa de Robert, pero dejaba sin pistas sobre dónde podría estar su hermana. Ni siquiera sabía si estaba viva o muerta. Desechó esa última posibilidad por ser demasiado horrible. No soportaría otra muerte más en su familia, y menos la de ella. Una muchacha tan joven no merecía morir, sino vivir, casarse, tener hijos y ser feliz. La imagen de Lyanna era constante en su mente, sobre todo tras el episodio del Tridente. Robert se había sentido un héroe asesinando a Rhaegar, pero Ned no llegaba a verlo así. Había algo que no le terminaba de cuadrar en lo del rapto, cada vez menos… La actitud de Lyanna con Robert en Harrenhal fue la primera pista. Lo del caballero del Árbol Sonriente y la Corona de Rosas de Invierno era aún más definitivo, y ahora lo tenía más claro. ¿Y si ella había planeado todo para fugarse con Rhaegar? El concepto que tenía del príncipe dragón distaba cada vez más de lo primero que pensó cuando se enteró de la desaparición de la joven. No lo veía como un salvaje capaz de arrebatar a una inocente muchacha de los brazos de su familia. Tenía la cabeza embotada reflexionando sobre todo esto, el asunto lo atormentaba. No podía desahogarse con Robert, quien aseguraba que Rhaegar era un violador que había merecido el final que tuvo. Su amigo estaba cambiando y eso no le gustaba nada. Siempre fue tozudo y apasionado, pero lo que contemplaba ahora era un ser sediento de venganza. El Tridente no puso fin a sus impulsos: en el Valle de Arryn juró que acabaría con todos los Targaryen que hubiera en Poniente y eso incluía a los hijos de Rhaegar, una niña y un bebé. Ned temía que la ira de Robert llegara a afectar a esos inocentes.

lunes, 21 de enero de 2013

Capítulo 39


LYANNA
            Los días eran tediosos en la Torre de la Alegría. Desde que Rhaegar partió hacia Desembarco del Rey, hacía ya unas ocho semanas, la salud de Lyanna había sufrido un cambio para peor. Todas las mañanas sentía náuseas, no tenía apetito y el cansancio era continuo, durmiera más o menos. Allí no había ningún maestre que pudiera decirle qué le ocurría, pero ella ya tenía sus sospechas desde hacía tiempo. No había tenido su sangre de la luna desde que Rhaegar y ella empezaron a tener relaciones íntimas. El resultado no podía ser otro que un embarazo y ya no había manera ocultarlo. No estaba segura de si eso era bueno o malo, sobre todo con una guerra de por medio. Su príncipe desconocía su estado y ella tampoco quiso comunicárselo a través de un cuervo. Sólo le comentó que su salud era “delicada” últimamente. Tenía la esperanza de que Rhaegar interpretara esa palabra como “embarazo”. Si alguien interceptaba el mensaje, el peligro de que fueran a la Torre de la Alegría para asesinarla a ella y al niño que llevaba en su interior era más que real. Por esa razón, pensó que lo mejor era cifrar de alguna forma su mensaje.