AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

jueves, 10 de enero de 2013

Capítulo 34


RHAEGAR
            Desde aquella mañana en la que Lyanna lo había guiado hasta su lecho, la joven y él habían dormido juntos cada noche. La proximidad de ella lo tenía totalmente hechizado, jamás había sentido algo así con Elia. Con sólo mirarse, sabían lo que el otro pensaba. ¿Cómo era posible? Apenas se conocían unas semanas. La complicidad entre ambos tenía confundido a Rhaegar. Era como si Lyanna leyera en sus ojos y a él le ocurría lo mismo. Un pequeño gesto con el labio, una forma concreta de tocarse el pelo, y él entendía el mensaje, aun cuando ella no fuera consciente de estar enviándolo.

            Estaba despierto desde hacía rato. Le encantaba contemplar a Lyanna durmiendo y estar cerca cuando tenía una de sus pesadillas para consolarla. En ese momento respiraba tranquilamente en un sueño profundo. Acarició su pelo oscuro y brillante. Era tan bonita, tan joven y tan frágil en apariencia que le parecía increíble que fuera suya. Su fuerza interior y la valentía que mostró en Harrenhal despertaron su corazón aletargado, que había renunciado a sentir ningún tipo de pasión. «Elia», dijo en voz baja. No lograba sacarse de la cabeza a su mujer, esperando una respuesta a su proposición. Envió un cuervo a Desembarco y otro a Invernalia dirigido a Lord Rickard Stark y a Robert. Nada. Silencio por ambas partes.
            Lyanna se revolvió inquieta, hablando en sueños. Él la arropó con sus brazos para evitar la pesadilla que parecía avecinarse, a lo que ella respondió abrazándolo a su vez, dormida. No pudo evitar besarla en la boca, despertándola de su letargo. La joven abrió los ojos lentamente y sonrió. Esta vez fue ella la que lo besó, moviendo sus labios frenéticamente y jugando con su lengua. Rhaegar notó la excitación y se dejó llevar por el juego iniciado por Lyanna. Cuando yacía con Elia, él llevaba el mando de la situación y su esposa se mostraba sumisa. Ella nunca iniciaba el contacto físico, si bien Rhaegar notaba que Elia lo deseaba a él mucho más que él a ella. Borró la imagen de su mujer y se concentró en Lyanna, que lo besaba por el pecho, a horcajadas sobre él, con el camisón entreabierto. Le encantaba ver a la muchacha tomando la iniciativa. Era algo nuevo para él y bastante inquietante… La obligó a tumbarse para colocarse encima, mientras ella se resistía juguetona. No podía dominarla como sí hacía con Elia, de manera que volvió a dejarla sobre él y le permitió moverse a su antojo hasta que ella se sintió satisfecha, lo que vino a coincidir con su momento de máximo placer.


            Lyanna se recostó sobre su pecho. A pesar de lo feliz que se sentía, el no tener noticias de lo sucedido desde que se fugaron pesaba como una losa sobre la conciencia de ambos. «Otra semana sin saber nada. Creo que Elia no admitirá mis condiciones», dijo Rhaegar. «Tampoco sabemos nada de Robert, pero apuesto a que su respuesta será que no. Estoy preocupada..» Parecía como si los cuervos nunca hubieran llegado a su destino. Se miraron y se sonrieron mutuamente con tristeza. El príncipe adivinaba en los ojos de Lyanna la decepción. Unos golpes en la puerta los sacaron de sus pensamientos. Rhaegar se puso una túnica ligera y se levantó para ver quién era. Un mensajero con un pergamino. «Acaba de llegar desde Desembarco, señor», informó el muchacho. «¿Lo ha traído el cuervo que enviamos?» «No, mi señor. Últimamente ya no regresan, no sabemos por qué.» Daba igual… ¡Al fin tenían noticias! ¿Cómo sabían dónde estaban? No le dio importancia a eso. Cerró y se acercó alegre hacia el lecho en el que Lyanna miraba expectante. Desplegó el folio esperanzado, pero su rostro fue cambiando a medida que leía. «Te ha dicho que no, ¿verdad? Elia no permitirá que te cases conmigo.» Él negó con la cabeza. «Es algo peor… No sé ni cómo decírtelo. Dioses, esto es horrible…», musitó mientras que dejaba el mensaje sobre el lecho. Lyanna se lanzó a leerlo y estalló en un grito. «¡Mi padre y mi hermano asesinados en la Fortaleza Roja! ¡Acusados de alta traición! ¿Cómo es esto posible? ¡Explícamelo!», decía envuelta en furiosas lágrimas, mientras golpeaba a Rhaegar en el pecho. Él no se atrevía a mirarla, estaba avergonzado por lo ocurrido. Casi podía ver a su padre con gesto enloquecido mientras que Lord Rickard y Brandon morían torturados, tal y como se especificaba en el mensaje. Envolvió a Lyanna en un abrazo fuerte para que se calmara. Ella se desahogó en su pecho sin resistirse. ¿Qué podía hacer? La dicha que estaban viviendo era sólo un espejismo, porque sus actos habían tenido consecuencias en otras personas. No era momento de lamentos, sino de tomar decisiones. «Se acabaron los cuervos. Iré en persona a Desembarco del Rey y resolveré esto yo mismo. Mi padre ha ido demasiado lejos.»

3 comentarios:

  1. Enterarse de las consecuencias que tuvieron sus actos no tuvo que ser nada fácil. Lo cierto es que una historia así no podría acabar bien ni aunque no acabasen muertos.

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  2. AMO AMO AMO ESTA FOTO ^^ Ya lo sabes ;) Y queda tan perfecta en tu fic

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    1. Gracias por pasármela. Parece hecha para ese momento e.e

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