BRANDON
Estuvo
menos de una semana en Aguasdulces, pero entre el viaje de ida y el de vuelta
su ausencia duró casi tres. A su regreso nada parecía haber cambiado, aunque
era evidente que Robert era el que más feliz estaba de todos los habitantes de
Invernalia. Lyanna había aceptado el compromiso impuesto por su padre con poco
entusiasmo, pero sabía que su deber era obedecer lo deseado por Lord Rickard.
Todos los hermanos se habían quedado estupefactos ante la decisión repentina de
su padre, aunque Robert no era la peor de las opciones. Era un lord, lo
conocían desde niño, sentía verdadero amor por la muchacha y ella le tenía
mucho aprecio. Al menos la boda no iba a ser inmediata, sino que se esperaría a
que Lyanna tuviera dieciséis años. Mientras tanto, Robert seguiría viviendo en
Invernalia.
Brandon
se había citado con su hermano Ned, que ardía en deseos de escuchar todo sobre
su compromiso. Solía ser bastante discreto, pero a Brandon no le extrañaba que
tuviera curiosidad por saber cómo era la joven con la que el mayor de los Stark
se había comprometido, ya que estaba en edad de empezar a tener interés por las
doncellas. Estaba en el patio de armas esperándolo y Brandon le dio un abrazo. «Cuéntame, Bran», dijo sin decirle un hola siquiera, «Cuéntame todo sobre tu
estancia en Aguasdulces. Hace dos días que regresaste y apenas he podido hablar
contigo.» Brandon le explicó lo cálida que era la Región de los Ríos, el
extraño diseño del castillo de Aguasdulces, que podía quedar aislado con la
crecida de las aguas, los bosques que rodeaban la zona… Sabía que todo eso no
era lo que interesaba a su hermano y se divertía teniéndolo en ascuas. «¡Brandon, no me interesa el precioso entorno del lugar ni si los árboles son
frondosos! ¡Dime cómo es tu prometida, por favor!» Brandon soltó una
carcajada.«“¡Ned, estás irreconocible! Está bien… Imagínate a la muchacha más
blanca y con el pelo más caoba que puedas soñar. Añádele un cuerpo perfecto,
unos ojos azules y una boca que invita a ser besada: ahí tienes a Catelyn
Tully.»
Ned se quedó pensando, intentando visualizar en su cabeza algo así,
como si fuera imposible que existiera. «¿Y cómo crees que te ve ella? Bueno,
qué pregunta tan tonta… Tú eres un hombre irresistible.» Brandon se pasó la
mano por la barba y asintió orgulloso. «Sí, creo que le gusté, pero lo gracioso
es que me salió un competidor. Un crío imberbe, pupilo de Lord Hoster, que
incluso me retó en un duelo por la mano de mi prometida.» Rió. «¡Menuda paliza
le di! Si Catelyn no me hubiera pedido que detuviera el combate, lo habría
matado allí mismo. La verdad es que no sé qué habrá sido de él.» Sacó de su
pecho un pañuelo bordado con truchas saltarinas y lo acarició con suavidad. Ned
se quedó pensativo. Brandon pareció notar que su hermano no aprobaba su
actitud. «Vamos, Ned, seguro que sobrevive. Había algo en él que lo hacía un
auténtico luchador, aunque no con la espada. Eso sí: ese tal Petyr Baelish se
llevará un buen recuerdo mío en forma de cicatriz», dijo tocándose el pecho.
Un
sirviente interrumpió la conversación. Portaba un mensaje que le fue entregado
a Brandon. El sello mostraba nueve murciélagos: la casa Whent, si la memoria no
le fallaba. Rompió el lacre y leyó. «Lord Whent va a celebrar un torneo en
Harrenhal, Ned. Y estamos todos invitados.»
Menudo con Ned... como engaña su planta de "hombre honorable" al final... es como todos y le pierden las faldas xD
ResponderEliminarSe acerca el momento crucial del torneo.
Sí, al final son todos unos saquitos de hormonas, jajaa.
EliminarPronto estarán en Harrenhal, pero antes del torneo han de pasar otras cositas allí :)
Jajja que lindo como se cruzan las historias, hay ese Petryl, sin duda Ned ha quedado prendado de Catelyn a ver como les va a estos caballeros coquetos jaja, gracias Athena. n_n
ResponderEliminarPetyr tenía que salir de alguna manera, ya lo sabes, jajaja.
EliminarEstoy muy ofendida con el trato que recibe Petyr... ¡lucho como un héroe!
EliminarBueno, al menos Brandon reconoce que es un luchador a su manera :)
EliminarLo de Ned a mí me mata, pero supongo que antes de la muerte de su hermano, hermana y padre, todavía podía ser un adolescente más "normal".
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