AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Capítulo 11


LYANNA
            Todo era nuevo y excitante. Lyanna nunca había salido de Invernalia y encontrarse ahora en Harrenhal para asistir al torneo era toda una experiencia. Había movimiento por doquier: puestos que ofrecían todo tipo de manjares desconocidos para ella, joyas, telas y hasta lo que decían ser auténticos huevos de dragón, prostitutas que enseñaban su mercancía al paso de los hombres, bardos cantando Un barril de cerveza, una de las canciones favoritas de su prometido… Su hermano Brandon la guiaba por todo aquel gentío, mientras que Ned y Benjen iban detrás. La escoltaban como si fuera una gema preciosa que pudiera ser robada y eso la agobiaba. Pero era normal que se preocuparan. Una muchacha joven corría peligro en un lugar tan atestado como aquél, donde los pícaros, los ladrones e incluso los dueños de burdeles estaban al acecho aprovechando la confusión.

            Se dirigían hacia el hospedaje donde estaban pasando los días previos al torneo de Lord Whent. Lyanna estaba cada vez más sofocada, no sólo por la cantidad de gente que se apretujaba en las calles, sino porque sus ropas no eran demasiado frescas. Acostumbrada al frío de Invernalia, Harrenhal, situada en la Tierra de los Ríos, era para ella extremadamente calurosa, y más ese año, el de la Falsa Primavera. Se secó el sudor con la manga de su túnica y trató de no pensar en la sed que empezaba a tener. Brandon le pasó el brazo por el hombro y le preguntó si aguantaría hasta el hospedaje, a lo que ella asintió. Salieron por fin de la angosta calle a un plaza más amplia, pero no menos populosa, en la que estaba la hospedería. Entraron en el salón principal del lugar, que también servía de comedor. «Os dije que era una locura salir hoy a conocer el lugar», protestó Ned, sacudiéndose el jubón. «Lyanna: esta tarde te quedarás en tu habitación y yo bajaré a comprarte unas ropas más ligeras. Espero que confíes en mis gustos.» Lyanna no dijo nada, sólo sonrió un poco avergonzada por haber obligado a sus hermanos a enseñarle Harrenhal. Brandon le trajo un cuerno con cerveza ligera, mientras Benjen iba pidiendo algo para almorzar. No se había dado cuenta de lo hambrienta que estaba hasta que se sentaron a comer.
            Robert apareció por el lugar, sudoroso y un poco alterado. «Por los Siete que hace un calor insoportable. ¡Mozo, un cuerno de cerveza fuerte, pronto!» Lyanna lo invitó a sentarse junto a ella. Él le dio un beso en la mejilla bajo la atenta mirada de sus futuros cuñados. Cuando estaban a solas, Robert la besaba en la boca y ella se dejaba hacer, divertida, pero sin experimentar nada más que un ligero cosquilleo en las mejillas. Tampoco esperaba mucho más que eso y creía que todo lo que sus sirvientas le habían contado acerca de los enamoramientos y los besos eran sólo cosas de los libros y las canciones. Apreciaba a Robert y para ella era suficiente.
            Terminado el almuerzo, subieron a sus aposentos para descansar un poco. Robert la acompañó hasta la puerta de su habitación y le dio un beso apasionado al que ella respondió con afecto. Una vez a solas, Lyanna sacó de su equipaje una espada ligera que había traído consigo. La había bautizado con el nombre de Espetón, y había sido forjada en secreto por el herrero de Invernalia. Estaba harta de tener que cargar con espadones demasiado pesados para ella, así que mandó fabricarla para sus entrenamientos privados. No veía justo que las mujeres no pudieran participar en los torneos ¡Con lo que ella se divertía viendo la cara de Robert cuando se enfrentaban en el bosque! Se quitó la ropa y se metió en la cama con un camisón. A pesar del cansancio, no conseguía conciliar el sueño por la excitación de todo lo que presenciaría en los días siguientes. 

Pasada casi una hora y viendo que no había manera de dormir, volvió a vestirse, esta vez con menos ropa, tomó a Espetón y bajó al vestíbulo. Sabía que sus hermanos la matarían si se enteraban de que había salido sola. En la entrada estaba Benjen, que tampoco había podido pegar ojo. Decidieron quedarse en la puerta de la posada charlando cuando, de repente, oyeron cerca lo que parecía una fuerte discusión. Curiosos, salieron a la calle para ver mejor: se trataba de un trifulca entre cuatro personas, aunque se veía claramente que tres de ellos iban juntos y estaban acosando a un cuarto, al que llamaban “comerranas”. Los dos hermanos, a pesar de ser sólo unos críos, no pudieron remediar acudir en ayuda de la víctima. Lyanna se adelantó decidida, con la mano en la empuñadura de su espada, que llevaba oculta, al tiempo que instaba a los tres atacantes a dejar en paz al pobre hombre, que intentaba defenderse torpemente. Los rufianes, los cuales tenían pinta de simples escuderos no mayores que ella, miraron a los dos muchachos con desdén y un gesto de burla en sus bocas mientras Lyanna decía: «Sois unos cobardes. ¡Tres contra uno y, además, desarmado! ¡Venid a luchar con nosotros si os atrevéis, miserables!» Los tres estallaron en carcajadas y empezaron a acercarse con caras libidinosas hacia ella, pero callaron de golpe cuando vieron que empuñaba Espetón. «Soy Lyanna Stark y éste es mi hermano Benjen. Somos hijos del señor de Invernalia, Lord Rickard Stark, y os ordeno que dejéis en paz a este hombre. Lo digo por las buenas.» Blandió la espada diestramente y cortó las ropas de uno de los escuderos sin que aquél se diera apenas cuenta. Los otros dos se miraron sorprendidos y dieron un paso hacia atrás. Lyanna no tenía miedo, sino todo lo contrario. Sentía un calor placentero en todo el cuerpo fruto de la tensión del momento y eso la hacía más atrevida. Benjen estaba perplejo, pero disimuló su sorpresa poniendo cara de pocos amigos y haciendo el ademán de sacar un arma. Los tres escuderos levantaron las manos en señal de rendición y se fueron corriendo. Lyanna se acercó a la persona a quien había salvado y le preguntó su nombre. «Howland Reed, mi señora.» «¡De Atalaya de Aguasgrises, un lacustre, qué casualidad!», exclamó Lyanna y, volviéndose hacia su hermano, continuó hablando: «Benjen, los Reed son vasallos de nuestra casa desde tiempos inmemoriales. Me alegro de haber hecho algo por uno de los nuestros.» Puso la mano sobre el hombro de Howland y lo invitó a acompañarlos al interior del hospedaje, mientras miraba hacia donde habían huido los tres escuderos. «Esos patanes se merecen un buen castigo», dijo para sí.
Una vez dentro, la muchacha pidió a la posadera lino y una palangana con agua para limpiar y curar las heridas del lacustre. Después tomaron algo de beber y un poco de comida. Lyanna vio bajar a sus hermanos tras la siesta, los cuales contemplaron sorprendidos la escena. Ella hizo las presentaciones y comentó el episodio con los escuderos. Brandon y Eddard escucharon con rostro serio, pero terminaron felicitando a sus dos hermanos pequeños por su valentía. De repente, a Lyanna se le ocurrió una idea: «¿Por qué no nos acompañas a la cena que hay antes de que empiece el torneo, Howland? ¡Será divertido!» Howland no parecía muy convencido, sin embargo terminó aceptando.

6 comentarios:

  1. Vaya aventurera que es Lyanna jajaj me encanta, a ver si no se disfraza y participa en el torneo, sería genial ajja, me alegra que ayudaran al joven, no es justa la disputa, hay será que Lyanna aún no siente el verdadero amor, creo que es la impresión del primero beso, ya veremos, gracias Athena.

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  2. Valiente, decidida y justa, toda una aventurera Lyanna!

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  3. muy bueno pero hay varios capitulos que no se pueden leer como el 4 o el 9 tambien el 1 el 10 y otros que no me deja leerlo

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    1. Gracias por leer y comentar :)

      Lo de los capítulos que no puedes leer, ¿es en el móvil? Si es así, pon "versión web" y los podrás leer. Hazme saber si has conseguido leerlos.

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