EDDARD
Faltaba
un día para que comenzaran las justas en Harrenhal y Lord Whent convocó a las
grandes familias invitadas al castillo para ofrecerles una velada festiva. Los
Stark se presentaron de los primeros en el gran salón principal, tan grande que
Eddard calculó que allí podrían meterse doscientos caballeros con sus monturas.
Poco a poco empezaron a llegar otros invitados al torneo: miembros de las casas
Haigh, Frey y Blount; también Mace Tyrell, de Altojardín, Ser Richard Lonmouth,
gentes de las casas Mormont, Hornwood… La estancia ya comenzaba a tener vida y
el murmullo de las conversaciones invadía el lugar. Entró entonces Lord Whent
acompañado de su esposa y tomaron asiento en un lugar central de la mesa
principal. El señor de Harrenhal dio unas palmadas y, con un gesto, indicó al
guardia de la puerta que anunciara al invitado más ilustre: el rey Aerys II
Targaryen. Todo el mundo estaba expectante y Eddard no era una excepción. Había
oído hablar del Rey Loco y de su aspecto. Quería ver si esos cuentos eran
ciertos o no. Cuando el rey entró, todo lo que había escuchado sobre Aerys vino
a confirmarse: las costras, la barba sucia, las uñas largas, la mirada
enloquecida. Ned se quedó impresionado ante semejante visión… Sin embargo,
cuando entró el que debía ser el heredero, su gesto cambió. Rhaegar era un
joven de gran belleza, un Targaryen de los pies a la cabeza, con el pelo plata
y los ojos de un raro tono de azul. Su cara irradiaba inteligencia y un punto de melancolía.
Junto a él entró la que debía ser su esposa, Elia Martell. Andaba despacio y a
Eddard le pareció cansada. Se dio cuenta de que de vez en cuando se pasaba la
mano por el vientre abultado. A la princesa la acompañaba un séquito de damas,
entre ellas una joven que llamó la atención de Ned: era pálida y con el pelo
oscuro, con un rostro seductor. Preguntó a Brandon quién podía ser y éste,
entre risas al ver que tenía interés por una chica, le dijo que debía ser
Ashara Dayne, hermana del famoso Ser Arthur Dayne, La Espada del Amanecer. Tras los Targaryen entraron los miembros de
la Guardia Real, entre ellos el propio Ser Arthur y también el no menos
conocido Ser Barristan Selmy, y algunos caballeros jóvenes, entre los que
destacaba uno alto y con el pelo como el oro batido. «Un Lannister», pensó Ned. «Será el hijo de la Mano.»
La
familia real tomó asiento junto a los anfitriones. Comenzó la cena, que se componía
de platos extraños para unos norteños como los Starks. Eddard no reconocía
algunas de las cosas que comía, pero le daba igual porque estaban sabrosas.
Brandon tampoco hacía ascos y acompañaba cada bocado con un buen trago de vino
rojo del Dorne. Howland Reed se veía entusiasmado con todo aquello e iba
registrando mentalmente con la mirada a cada uno de los invitados. Benjen
estaba sentado junto a Lyanna y ésta a su vez junto a Robert, que también daba
buena cuenta de los caldos que se servían y su rostro empezaba a enrojecer. A
ojos de Ned, Lyanna parecía incómoda con la actitud de Robert y daba la
sensación de que evitaba sus abrazos.
La cena se prolongó
casi dos horas y, durante los postres, salieron unos bardos a cantar canciones
para entretener a los invitados. Tras su actuación, Lord Whent dijo unas
palabras al oído de Rhaegar, que sonrió complacido y asintió. Un sirviente
llegó con un arpa y se la entregó al príncipe. Éste se levantó y salió al
centro del salón. Ned había oído que el joven Targaryen era un excelente poeta
y compositor. A él no le gustaban esas cosas, ni tampoco a sus hermanos, ni
siquiera a Lyanna, pero ella tenía los ojos muy abiertos y seguía con ellos los
movimientos de Rhaegar. El príncipe empezó a tocar el arpa, arrancando unas
notas cargadas de tristeza y belleza a la vez. El público estaba entregado y el
silencio era absoluto. Rhaegar cantó con una voz que no parecía real. La letra
de la canción aludía a los hechos acontecidos en Refugio Estival y al
nacimiento del propio Rhaegar. Eddard se sintió conmovido. Miró hacia Lyanna y
vio cómo las lágrimas rodaban por su rostro. Robert estaba adormilado en su
silla y Benjen le hacía burlas a la chica por estar llorando, pero ésta sólo estaba
pendiente de Rhaegar, sin pestañear, aunque terminó por verter una copa de vino
sobre la cabeza de su hermano, molesta por sus impertinencias. Cuando terminó
la interpretación, todos los invitados aplaudieron con fuerza, y Lyanna más que
nadie. Ned nunca la había visto tan emocionada como en ese momento.
Unos músicos salieron
al salón y los sirvientes empezaron a retirar los platos. Daba comienzo el
baile. Ned se sentía ridículo, porque no era su fuerte, pero ardía en deseos de
acercarse a Ashara para pedirle que saliera a bailar con él. Brandon, por su
parte, ya estaba rodeado de jóvenes doncellas que lo miraban con arrobo
mientras él se dejaba conquistar. Eddard le pidió ayuda con la mirada. Brandon
se deshizo de la compañía femenina besando algunas manos y se acercó a su
hermano. «¿Qué quieres, Ned? Tienes una cara que da pena, jajaja.» Eddard se
sonrojó. «Bran, ¿podrías hacerme un favor? No me atrevo a pedirle a Ashara que
baile conmigo…» El mayor de los Stark se echó las manos a la cabeza con un
gesto teatral que incomodó a Eddard. “Por todos los Stark de Invernalia, Ned,
eres imposible. ¡No creo que esa joven te vaya a comer, aunque falta te haría,
jajaja! Mírala: no te quita ojo.” Y así era. Ashara dirigía sus ojos violetas
hacia los dos hermanos y sonreía con picardía. Brandon se acercó a ella y le
susurró algo al oído. Entonces volvió con la joven del brazo hacia donde estaba
Ned y se la presentó. Él se quedó mudo por un momento pero reaccionó al fin
haciendo una torpe reverencia y besando la mano de la joven. Tras los
preliminares, comenzaron a bailar.
Ned no creía que algo
así estuviera pasando. La muchacha era todavía más bella de cerca. Mientras
danzaban, apretaba su cuerpo contra el de él y podía notar sus pechos como si
estuvieran desnudos. Empezaba a sentir calor y un cosquilleo en la entrepierna
que le turbaba. Se apartó un poco de Ashara, que no dejaba de mirarlo con sus
hechiceros ojos. La música se paró antes de que su excitación fuera a más. La
pareja se separó y aplaudió a los músicos. La joven bailó esa noche con otros
como Oberyn Martell, Jon Connington, e incluso con Brandon, con quien hacía una
pareja espléndida, pero con quien más repitió fue con Ned, que estaba
entusiasmado con su éxito.
La velada terminó y los
invitados marcharon a sus habitaciones. Al día siguiente empezaba el torneo y
los participantes necesitaban descansar. Ned quiso ofrecerse para acompañar a
Ashara, pero Brandon se adelantó galante y tomó el brazo de la joven, que no
parecía molesta. Ned no daba crédito a lo que veía ¡Bran tenía una prometida
preciosa y todavía tenía ganas de más! Enfurecido con su hermano, salió hacia
el hospedaje sin esperar ni a Benjen ni a Lyanna.
Vaya con Lyanna... se ha quedado embobada con Rhaegar y el aun no ha notado ni su presencia jeje
ResponderEliminarY Ned! Vaya con mi cuñado, siempre tan correcto con mi hermana y tan honorable, pero era como los demás y le gustaba ir tras las faldas.
¡Quedo a la espera del torneo!
No estaría yo tan segura de que Rhaegar no se haya percatado de su presencia...
EliminarY Ned, oh Ned. Es un muchacho inexperto.
Ese Ned, me da una ternura jeje, cuantos personajes reunidos en la justa, ya quiero ver las batallas, de momento veo a los jóvenes algo fuera de su elemento, bueno más a los chicos.
ResponderEliminarImpresionante la imagen que nos dio el rey Aerys Targaryen. Que le habrá pasado para que llegara a ese punto jeje, lo digo porque no he leído los libros jeje, gracias Athena, voy al last. *-*