RHAEGAR
Las
justas se reanudaron al día siguiente. Rhaegar ocupó su lugar en el palco real
junto a su padre y su esposa. Aerys se veía encantado con la jugada de nombrar
capa blanca a Jaime, porque así arrebataba a Tywin su joya más preciada: el
primogénito de Roca Casterly. Tyrion era el único varón que le quedaba tras
convertir a Jaime en miembro de la Guardia Real. Rhaegar pensaba en lo amargado
que debía estar su padre para hacer algo tan rastrero… Por lo que había oído,
la Mano había dejado el cargo unos días después de la marcha de la familia real
a Harrenhal, como protesta por las intenciones de Aerys. Y ahora, para insultar
más a los Lannister, había ordenado al flamante capa blanca volver a
Desembarco para proteger a la reina y al pequeño Viserys, impidiendo que Jaime
participara en las justas. Rhaegar sentía cada vez más vergüenza por los actos
de su padre. Eso le recordó la misiva anónima que recibiera unas semanas antes.
Nadie se había puesto en contacto con él y empezaba a sospechar que tampoco lo
haría. Todo tenía el halo de Varys: el misterioso mensaje, el apoyo de gentes
que no decían sus nombres y el hecho de que su padre abandonara el encierro
voluntario para desplazarse a Harrenhal. Pero, ¿cuál era el propósito de Varys?
¿Desequilibrar aún más al rey? A lo mejor él era el cabecilla de un grupo de
personas que realmente veían el deterioro de Aeyrs y apostaban por Rhaegar para
ocupar el Trono de Hierro antes de que los Targaryen cayeran en desgracia.
Alimentar las manías y locuras de su padre no harían sino hacer más evidente la
necesidad de un cambio… Era una estrategia bastante inteligente, y era
innegable que Varys sabía cómo moverse en la sombra. Pero todo eso no eran más
que conjeturas.
Trompetas
y tambores anunciaron el comienzo del segundo día de torneo. Cuando un lacayo
salió dispuesto a leer los nombres de los justadores, un caballo montado por un
extraño caballero y acompañado por un escudero que ocultaba su rostro, hizo su
aparición en mitad de la arena, bajó de la montura y exigió con un gesto
inscribirse en las justas de ese día. Rhaegar no alcanzaba a oír la
conversación entre el recién llegado y el lacayo, pero aquél le indicaba el
dibujo de su escudo. Finalmente se anunció su nombre: el Caballero del Arciano.
Según pudo ver el príncipe, el blasón de tan pintoresco personaje estaba
formado precisamente por un arciano blanco de rostro alegre. “Un caballero del
norte… ¿Quién será?” Miró hacia el resto del graderío. Las casas más
importantes estaban presentes, entre ellas los Stark de Invernalia, norteños
poderosos. Buscó con la mirada y vio a dos de sus miembros, los que parecían
ser los hermanos mayores. El padre estaría en Invernalia. Debido a su
preparación para ser rey, Rhaegar recordaba todos y cada uno de los lemas de
las casas de Poniente, tanto los oficiales como los no oficiales, y si “Se acerca el invierno” era el oficial de
los Stark, el otro era “Siempre tiene que
haber un Stark en Invernalia”. Observó que no estaban el hermano más
pequeño y la muchacha morena que se había emocionado tanto cuando él cantó en
Harrenhal. Aquella joven parecía una criatura notable y con bastante genio.
Rhaegar sonrió al recordar cómo le había tirado una copa de vino a su hermano.
Sería una mujer de carácter en un futuro, difícil de dominar. Y bonita ya lo
era… Elia le puso la mano sobre el muslo, sacándolo de sus pensamientos. Se
sintió culpable al pensar en esa muchacha teniendo a su esposa al lado. Le
sonrió con disimulo, pero a Rhaegar le daba la sensación de que Elia podía
leerle la mente.
Hay ese Rhaegar, por que anda pensando en otra dama jaja por cierto que hermosa ilustración la de la chica. Me pregunto quién es el caballero del Arciano, esto se pone muy interesante. ^^ Saludos Athena.
ResponderEliminarMe puedo hacer una idea de quien sera el misterioso caballero jejeje
ResponderEliminarMe está encantando... Creo que ya me has enganchado de forma irremediable, jaja.
ResponderEliminarGracias. Ésa es la idea, que esté interesante aun cuando la historia es conocida :)
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