AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Capítulo 18


EDDARD
            Como era de esperar, Benjen y Lyanna habían amanecido enfermos tras la cena. Ambos se quejaban de dolor de estómago y náuseas y se lamentaban una y otra vez por no haber hecho caso a Bran y a Ned de no comer aquella cosa infame. Robert se ofreció a cuidar de ambos, pero Lyanna se negó rotundamente. No quería que su prometido se perdiera nada del torneo. Además, podían pagar a una de las criadas del hospedaje para que se ocupara de ellos, ya que llevaban dragones de oro como para comprar media docena de caballos. Brandon no puso objeción ninguna, pero Robert y Eddard no terminaban de decidir si ir al torneo o no. «Id, por favor», insistía Lyanna, «Quiero que alguien me cuente todo con pelos y señales, y seis ojos ven más que dos.» Así las cosas, dejaron a los enfermos y se fueron a las justas. 

            Ya estaban en el recinto y ocuparon sus asientos. Ned se había aburrido el día anterior y esperaba que éste fuera un poco más emocionante. Y de hecho empezó a serlo cuando apareció un caballero con atributos del Norte llamado el Caballero del Arciano. Brandon y él se miraron extrañados, preguntándose quién sería. Por el tamaño, el desconocido podía ser aquel lacustre al que Lyanna defendió de los escuderos, pero esas gentes no solían entrenar para luchas de este tipo. Se pasó la mano por la frente sudorosa y trató de concentrarse en lo que ocurría en la arena.
Comenzó la primera justa: el Caballero del Arciano contra el representante de la casa High. Todo ocurrió muy rápido. El desconocido rompió el escudo de su contrario y lo derribó de la silla con una facilidad pasmosa, lo que hizo enmudecer al público. El derrotado apenas podía tenerse en pie tras la caída, de manera que se dio por vencedor al Caballero del Arciano. Éste desmontó y se acercó a su no menos extraño escudero para decirle algo. Eddard se dio cuenta de que su lanza no era demasiado grande, pero tenía buena puntería para dar en el sitio justo al oponente. El siguiente en enfrentarse al norteño fue el caballero de la casa Blount. Eddard miró su escudo y vio el puerco espín, emblema de dicha casa. El desconocido tomó posiciones, elevó la lanza y se dirigió hacia el nuevo contrincante. Éste consiguió tocar al norteño y desequilibrarlo, tanto que Ned temió por él. Sin saber quién era, empezaba a tenerle simpatía por su arrojo. Cada uno llegó al final de la arena y volvió a la carga para descabalgar al contrario. Esta vez el desconocido acertó de pleno y derribó al representante de los Blount que, al caer, pareció perder el sentido, pero reaccionó rápidamente sacando su espada. El Caballero del Arciano sacó la suya a su vez, pero el caído apenas tenía fuerzas para sujetar la suya. ¡Había vuelto a vencer! Eddard no era el único que estaba emocionado: Brandon y Robert también se veían contentos, y todo el graderío aplaudía con fuerza.
Se determinó una pausa para que el campeón descansara antes de enfrentarse a su último rival: el miembro de la casa Frey. El desconocido entró en la tiendecilla dispuesta para que los participantes en las justas se refrescaran. El escudero lo siguió hacia el interior, teniendo mucho cuidado de no mostrar su rostro. Eddard notaba un aire familiar en él, pero no acertaba a determinar qué era lo que le resultaba conocido.
Tras una media hora, el Caballero del Arciano volvió a salir. Por la manera de andar, Eddard hubiera dicho que se trataba de otra persona, pero el tamaño era el mismo. El joven montó su caballo y tomó la lanza de una forma extraña, como si no supiera muy bien cómo sujetarla. El caballero Frey ya estaba preparado. Ambos picaron a sus caballos y se lanzaron a la carrera. El Frey bajó la lanza con rapidez y derribó al desconocido a la primera. El público soltó una exclamación de pesar, pero se oyó un suspiro de alivio cuando el derribado se puso rápidamente en pie, sacó su espada y esperó a que el otro caballero desmontara. A pesar de que el anónimo participante tenía una armadura formada por partes de distinta procedencia que le daba un aspecto de perdedor, su manejo de la espada era notable. Eddard, experto en esas lides, observó que el arma era más pequeña de lo habitual, como adaptada al tamaño de su dueño, que también era pequeño, lo que no le impedía moverse con una rapidez extraordinaria. En poco tiempo derrotó a su contrincante.
El público estaba entregado a tan aguerrido luchador, no sólo por la hazaña que había conseguido, sino porque había derrotado a tres hombres que no gozaban con la simpatía de los asistentes. La gente gritaba al desconocido que se quitara el yelmo, pero éste se negaba. Empezaron a aclamarlo «¡Viva el Caballero del Árbol Sonriente, Campeón de Harrenhal!» El vencedor se acercó a los derrotados para exigirles el precio a pagar por recuperar sus caballos y armaduras. El silencio se hizo en el lugar. Una voz extrañamente grave, como si retumbara, salió del yelmo: «Enseñad honor a vuestros escuderos, es todo el rescate que preciso.» Sin añadir nada más, corrió hacia su caballo y salió de allí acompañado al trote por su escudero. El rey Aerys se levantó enfurecido, como loco: «¡Es un traidor! ¡Seguro que quiere matarme! ¡Apresadlo, rápido!» Eddard vio como Rhaegar calmaba a su padre poniéndole una mano en el hombro. «Padre, estad tranquilo: yo lo detendré.» Se colocó un yelmo, tomó un caballo y se lanzó tras el jinete que huía.

2 comentarios:

  1. Hay jaja ahora quiero saber con más ganas quién es ese misterioso caballero, *-* que intriga jaja, emocionante capítulo gracias Athena.

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  2. que ganas de que Rhaegar alcance al misterioso caballero!!

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