AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Capítulo 3


EDDARD
            La silueta de Invernalia se dejaba ver entre los árboles y la bruma que rodeaba la poderosa construcción. Los dos amigos venían escoltados por gentes del Valle de Arryn, aunque Robert se había empeñado en que no les hacía falta ningún tipo de protección. Eddard miró de reojo a Robert: se asemejaba a un coloso montado sobre un caballo. Su amigo era valeroso con la espada además de muy diestro, pero pecaba de ser un poco fanfarrón a veces. A pesar de estar cerca de terminar su pupilaje, parecía no entender que aún no era un caballero preparado para ir a ninguna guerra, pero Robert estaba deseoso de demostrar de lo que era capaz en una lucha real. Eddard acercó su caballo y le dio una palmada en la espalda. El joven Baratheon le devolvió la muestra de afecto y lo miró con ojos un tanto ansiosos. Eddard supo interpretar el gesto: Robert estaba nervioso ante la perspectiva de ver de nuevo a Lyanna, la pequeña de los Stark. Ahora se habría convertido en una joven, aunque la última vez que estuvieron en Invernalia ya había experimentado un cambio físico que anunciaba la espléndida mujer que llegaría a ser. «Ned», dijo Robert, «no te burles de mí, pero ahora mismo pararía este maldito jamelgo y saldría corriendo hacia Invernalia. Es tan lento que parece que, en vez de avanzar, retrocede.» Eddard soltó una carcajada, algo raro en él, ya que solía ser bastante comedido y discreto; pero no pudo reprimir esa muestra de buen humor al contemplar la impaciencia de Robert por ver a Lyanna. Conocía a su amigo casi como la palma de su mano. Había algo en él que hacía imposible odiarlo, una especie de encanto natural que atraía a hombres y a féminas. Y eso que estaba plagado de defectos: además de orgulloso, era un poco mujeriego. El Lord Protector tuvo que castigarlo varias veces durante su pupilaje porque Robert se dedicaba a flirtear con las criadas y había desflorado a más de una, y no sin consecuencias. Se decía que una de las últimas niñas nacidas entre la servidumbre del Valle era hija de Robert. Eddard la había visto y, desde luego, la mata de pelo negro que cubría su cabecita parecía dar crédito a las habladurías. Aún así, le parecía que lo que Robert sentía por su hermana era verdadero amor, ya que no se comportaba con ella como con el resto de muchachas. Era como si tratara de refrenarse e incluso quisiera ser todo un caballero con ella, colmándola de atenciones, a veces un tanto torpes, porque no estaba acostumbrado a hacerlo.


            Entraron por el patio. Allí ya estaba Lord Rickard, el padre de Eddard, esperando a los muchachos. Junto a él estaban Brandon y Benjen. Ned leyó la decepción en el rostro de Robert al notar la ausencia de Lyanna en el recibimiento. Los dos jóvenes descabalgaron y Lord Rickard dio un fuerte abrazo a ambos, algo que se repitió por parte de los otros dos hermanos Stark para con los recién llegados. Tras intercambiar las frases de cortesía, la conversación se hizo más relajada. «Hijos míos, qué gran momento éste», dijo el señor de Invernalia. «No erais más que unos mocosos cuando se os envió la primera vez al pupilaje y hoy regresáis hechos unos hombres. Algunos más que otros, por lo que veo», y rió a carcajadas tocando la barba que le había crecido a Robert por la cara tras varias semanas de viaje. Ned frunció el ceño: el también tenía, pero la suya era castaña y no destacaba tanto. «Es capaz hasta de conquistar a mi propio padre», pensó con un punzada de envidia, mientras se pasaba la mano por el mentón. Miró hacia su hermano mayor: él sí que era un verdadero hombre, un caballero a sus casi veintiún años. Sospechaba que pronto se anunciaría su compromiso con alguna joven de buena familia y eso también le provocaba algo parecido a los celos. Desde siempre asumió que Brandon sería el heredero, pero en ocasiones no podía evitar pensar en que él también podría ser un digno señor de Invernalia, su hogar, al que adoraba. Ser el segundo sólo le permitía convertirse en caballero y servir a alguna casa importante y estar otra vez alejado de allí. Por su parte, Benjen parecía aceptar con alegría su condición de hermano pequeño y lo admiraba por ello. Cerró los ojos, apartando esos pensamientos de su mente. Quería a Brandon más que a su vida y no merecía sino todo lo bueno que hubiera en el mundo; era un tonto teniendo celos de él. Se dirigió hacia Bran y volvió a abrazarlo, sorprendiendo a su hermano, que le revolvió el pelo como si fuera un cachorro.
            En el preciso momento en el que se dirigían hacia el interior del castillo entre bromas, un estruendo de cascos de caballo ensordeció a los presentes. Lyanna llegaba montada en su yegua, sudorosa y con el pelo suelto. Lord Rickard le dirigió una mirada de desaprobación, pero ella sonrió con candidez, algo a lo que su padre no pudo resistirse. Bajó de un salto y corrió hacia Eddard, tomándole la cara entre sus pequeñas manos y besándolo con fuerza en las mejillas barbudas. Ned no quería soltarla, era como un pajarillo revoltoso que quisiese zafarse inmediatamente de su abrazo, pero él necesitaba tenerla retenida un poco más. Algo le decía que esa muchacha en la que se había convertido no tardaría en abandonar el nido y la echaría de menos. Lyanna reía mientras intentaba quitar los brazos de su hermano en torno a su cintura. «Déjame saludar a Robert, si no pensará que soy una niña maleducada», le recriminó entre risitas. Ned la soltó y vio a su amigo ponerse rojo y brillante de sudor a pesar del frío del lugar. Lyanna se acercó contoneándose lentamente, con las manos a la espalda y los ojos bajos, como si fuera una niñita vergonzosa. Robert parecía a punto de desmayarse, sin saber hacia dónde mirar, mientras los hermanos Stark ahogaban unas risas maliciosas. La joven se acercó a él y le dio dos castos besos en ambas mejillas, al tiempo que posaba sus manos tímidamente en los hombros del muchacho. Ned temió por un instante que Robert no pudiera resistir la tentación de besarla en la boca, pero lo vio contenerse y mantener el tipo como un héroe. Lyanna era incorregible.
            Pasada la crisis, el grupo se dirigió al interior del castillo para la comida. De camino, Eddard pudo observar cómo Lyanna no quitaba ojo a Robert. Tal vez su amigo pudiera tener alguna esperanza con ella. Se alegró pensando en una posible unión entre ambos, aunque no tenía muy claro si algo así funcionaría. Los dos eran personas con un fuerte carácter, indómitos por naturaleza. Sonrió para sus adentros al imaginar las peleas que habría entre ellos.

3 comentarios:

  1. Hay ese Eddard es encantador, pero Robert si que se pasa, cuantos hijos no reconocidos tendrá valgame Dios, Lyanna me parece divertida, esto huele a romance jeje, gracias por este capítulo Athena, espero con ansias ver como avanza la historia, pero con leer a Eddard me conformo. *-*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eddard tendrá más capítulos, no te preocupes, jeje...

      Eliminar
  2. y aqui leyendo en el 2017 un poco tarde pero me encanta :)

    ResponderEliminar