BRANDON
La
mesa estaba presidida por Lord Rickard y a cada lado se situaban sus dos hijos
mayores. Desde hacía un mes, Brandon empezaba a entender que su padre trataba
de ir delegando algunas de las funciones de señor de Invernalia en él, aunque
confiaba en que su progenitor viviera muchos años más. No era un hombre débil,
pero iba acusando el paso del tiempo y el señor fuerte y temido empezaba a ser
un hombre maduro, respetable y algo achacoso.
La risa de Lyanna le
sacó de sus pensamientos. Robert y ella se habían sentado juntos y no dejaban
de cuchichear divertidos. Las últimas semanas se habían hecho en inseparables. Lord
Rickard no parecía ver con malos ojos su actitud y tampoco Ned, aunque éste
apenas dejaba traslucir sus sentimientos. Brandon buscó los ojos de su hermano
en un intento de interrogarle con la mirada sobre lo que allí estaba
ocurriendo, pero Ned estaba concentrado en su cena. A Robert se le veía
entusiasmado con la situación: Lyanna lo había convertido en su centro de
atención y no dejaba de interrogarle acerca de duelos y técnicas de lucha. «¡Me
encantaría retarte delante de todos, Robert! Soy muy rápida con la espada y no
dejaría que tú volvieras a tocarme con la tuya…», le dijo ella en un tono algo
ambiguo. Brandon no se sentía muy cómodo con toda esa conversación y quiso
cortar por lo sano. Pero cuando iba a levantarse para reñir a su hermana, el
padre se puso de pie. Brandon pensó que iría a recriminar la actitud de la
pareja. Nada más lejos… Lord Rickard puso silencio dando unas suaves
palmadas con un gesto de satisfacción. Ned observó a Brandon con ojos que
parecían preguntar a qué venía todo ese ceremonial, pero él le respondió con un
gesto negativo: ninguno sabía qué pretendía su padre. Lyanna
y Robert callaron un poco avergonzados, mientras Benjen guiñaba un ojo a su
hermana, sonriendo. «Querida familia: hace seis años hice un viaje a la Tierra
de los Ríos, concretamente a Aguasdulces, señorío de la familia Tully. Lo que
allí vi me pareció digno de ser tomado en cuenta.» Dirigió su discurso hacia
Brandon, que dio un respingo, sorprendido. «Brandon, eres mi hijo mayor y, por
tanto, mi heredero. Es hora de que empieces a labrarte un futuro y no hay mejor
manera de hacerlo que tomando una esposa que te merezca. Aquel viaje fue el
primer paso para crear una alianza entre Invernalia y Aguasdulces a través de
un matrimonio ventajoso para ambas casas.» Brandon notaba el corazón acelerado
por lo que se avecinaba. Lord Rickard continuó: «Hijo, prepárate para marchar
hacia Aguasdulces a conocer a tu prometida, Catelyn Tully.» Brandon se quedó
anonadado… Jamás había pensado en casarse tan pronto, pero no le desagradó la
idea. Nunca tuvo problemas con las chicas, así que no creía que la joven Tully
se le resistiera: él era un buen mozo y lo sabía. De hecho, durante su pupilaje
en Fuerte Túmulo, hacía algunas visitas a Los Riachuelos para divertirse con
cierta doncella llamada Barbrey Ryswell… No había visto jamás a las hijas de
Lord Tully, sólo había oído que eran muy parecidas, bonitas y con el cabello
rojizo, aunque de personalidad distinta: la mayor era una joven juiciosa y la
menor algo rebelde. Consideró que su padre había hecho una buena elección con
el compromiso. «Gracias, padre», logró decir, «Saldré lo antes posible para
presentar mis respetos ante Lord Hoster y mi futura esposa.» Al decir estas
últimas palabras, vio a Eddard bajar los ojos entristecido y sintió una punzada
de culpabilidad.
Cuando creían que ya
estaba todo dicho, Lord Rickard siguió hablando. «Quería añadir algo más. Con
nosotros está Lord Robert Baratheon, señor de Bastión de Tormentas, al que
quiero como un hijo y por eso he decidido hacerle partícipe de la noticia. Y es
que este muchacho es parte de la familia y ahora lo será aún más.» Robert se
levantó mirando a Lyanna y tomándole la mano, al tiempo que a la muchacha se le
borraba la diversión de la cara. Brandon notó florecer los celos al pensar en
que le quitaran a su querida hermana. Lord Rickard dijo las palabras que ya
eran evidentes: «En su última visita a Invernalia, Robert me pidió la mano de
Lyanna. Y hoy, después de una seria reflexión que ha durado casi un mes, se la
he concedido gustoso.» El silencio se hizo en la estancia.
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ResponderEliminarJaja que maravilla, doble boda, pero pobre Lyanna andaba jugando con fuego y salió quemada jeje, pues el atractivo Brandon cerrará el trato con la familia Tully, a ver como les va a estos jóvenes. Gracias Athena.
ResponderEliminar¡Me está gustando mucho! Es emocionante, aunque como Rhaegar prefiero pensar que nunca hubo nada entre Lyanna y Robert, sino sólo algo de Robert hacia Lyanna... ¡Pero cómo voy a ser yo objetivo! Ese hombre encandilaba a todos con su sonrisa y yo siempre tuve dificultades para sociabilizarme.
ResponderEliminarMe gusta que hayas enfocado la melancolía de Rhaegar en parte a su vergüenza de no poder afrontar la debilidad de su mujer, nunca me lo había planteado así. El problema de leer mucho es que se te plantean muchas preguntas, y siempre tuvo demasiados quebraderos de cabeza. Ahora me voy a ver "El Retorno del Rey", pero seguiré leyendo... :)
¡Gracias por leer y comentar! Bueno, no hay que adelantar acontecimientos... Lyanna... pero mejor seguir leyendo :)
EliminarUn honor que visitéis el blog.
waaa como se le borro la sonrisa a lyanna
ResponderEliminarese robert tan apesurado
jejejeje me gusta