RHAEGAR
El
embarazo de Elia ya se notaba aunque estaba sólo de cuatro meses. Las molestias
constantes la tenían recluida en sus habitaciones y no salía nada más que para
dar cortos paseos por recomendación del Gran Maestre Pycelle. Mientras tanto,
Rhaenys se dedicaba a jugar con su tío Viserys, que sólo pensaba en travesuras
crueles que provocaban en Rhaegar una ira desconocida en él. Parecía que su
hermano sólo disfrutaba haciendo sufrir a los demás, de modo que siempre estaba
encima de los niños cuando éstos jugaban juntos con el fin de evitar algún
accidente grave provocado por las travesuras de Viserys.
Precisamente
ese día no podía estar pendiente de los juegos de los pequeños, así que tuvo
que delegar la incómoda faena a tres sirvientas. Había llegado un cuervo con
noticias que reclamaban su atención. De camino hacia el salón del Consejo, pasó
por las estancias de la hija de la Mano. Vio salir a alguien que le pareció
Cersei, pero iba ataviado como un hombre. Rhaegar se adelantó y lo tomó del
brazo, diciendo el nombre de la muchacha. Cuando el desconocido se volvió,
Rhaegar quedó impresionado: se trataba de un joven, no de una mujer, pero era
tan parecido a Cersei que no habría sabido decir si era ella o no. Su aspecto
era como el de la Lannister, pero con rasgos masculinos. Desde dentro se oyó la
voz de Cersei. «Jaime, ¿ocurre algo?”»Así que éste era el gemelo de Cersei…
Había oído decir que eran muy parecidos, pero no podía creer que fuera una
semejanza tan asombrosa: los mismos ojos, el cabello dorado, la belleza irreal.
La joven se asomó a través de la puerta. Iba vestida con una camisola casi transparente. «Oh, Alteza, siento no estar presentable», dijo con aire recatado, mientras
intentaba taparse. Rhaegar restó importancia a las palabras de Cersei con un
gesto de su mano, aunque la semidesnudez de Cersei le provocó una punzada de
excitación. Jaime parecía incómodo por algo que el príncipe no llegaba a
adivinar. «¿Cuándo habéis llegado, muchacho? No se me informó de vuestra
visita.» Jaime iba a contestar, pero Cersei se adelantó. «Llegó anoche. Mi
padre lo mandó llamar y todo fue un poco precipitado. No consideró que fuese
necesario molestaros con la noticia de la llegada del hijo de la Mano, mi
señor.» Rhaegar notaba una tensión extraña entre los dos hermanos… «¿Y habéis
dormido en los aposentos de vuestra hermana? La Fortaleza Roja cuenta con
numerosas habitaciones para hospedar invitados.» Los gemelos cruzaron una mirada
de culpabilidad, pero ella se sobrepuso y, de nuevo, se adelantó a su hermano. «Sí, mi señor. Pero era tan tarde que no quisimos molestar a la servidumbre. Mi
cama es grande y los dos cabemos perfectamente.» Jaime bajó la cabeza,
incómodo. Cersei continuó dando unas explicaciones demasiado largas para el gusto
de Rhaegar. «Además, de pequeños solíamos compartir la cama y durante nueve
meses estuvimos juntos en el vientre de nuestra madre.» Somos inseparables.»
Cersei dirigió una mirada amorosa hacia su hermano. Rhaegar no quería saber
nada más. Había algo insano entre esos dos jóvenes… Pero qué podía
reprocharles, si él mismo era fruto de un matrimonio entre hermanos. Se
despidió de ambos indicándoles que buscaran un cuarto para Jaime inmediatamente.
En
el salón del Consejo estaba Varys con el mensaje sellado en sus manos. A
Rhaegar no le gustaba nada el eunuco lyseno. Era un personaje oscuro, con un
pasado más oscuro todavía, que se había ido ganando la confianza de su padre
aprovechando la enfermedad de éste. Las obsesiones de Aerys eran cada vez más
extrañas y Varys no hacía sino alimentarlas. El eunuco le alargó el pliego con una
reverencia exagerada y salió de la habitación, dejando un olor a canela y
sándalo que al príncipe le pareció empalagoso. Rhaegar sabía que, a pesar de
que el sello estaba intacto, Varys se las habría ingeniado para conocer el
contenido del mensaje haciendo uso de sus confidentes, sus “pajaritos”, como él
los llamaba. Una vez a solas, rompió el lacre, que venía sin ningún símbolo
estampado, y desplegó el folio. El texto era breve y enigmático. «En unas semanas recibiréis una invitación a
un torneo. Ése será el momento que esperabais. Contáis con partidarios que
creen que es hora de que acaben los días del rey Aerys por el bien de los Siete
Reinos. ¡Rhaegar rey!»
SI! ¡Rhaegar Rey!. Todo habría sido muy distinto si Rhaegar hubiese comenzado su reinado.
ResponderEliminarSí, hubiera sido un buen rey, pero lo de Lyanna también fue algo que precipitó el desastre :(
EliminarHay que emoción ver a los hermanitos Lannister, pues sin duda prefiero a Rhaegar, espero que no le hagan daño, ni le quiten el trono XD. Gracias Athena.
ResponderEliminarjeje ese vicerys desde chiquito era un loquillo
ResponderEliminarsi rhaegar rey :)