A
veces sentía que cada vez le costaba más viajar, pero regresaba con el
convencimiento de que en esta ocasión había merecido la pena. Tras varios días
de moverse a caballo, se dispuso a penetrar por el bosque que le llevaría a su
hogar. Ya se divisaba una de las torres del castillo del que era señor, lo que
le hizo notar un cálido alivio y las fuerzas renovadas, como si Invernalia
fuera una fuente de vida que le hiciera resucitar cada vez que llegaba a sus
murallas.
Al entrar en la fortaleza pudo observar a sus tres hijos varones ejercitándose en el patio de armas, casi como si estuvieran jugando, pero en realidad estaban preparándose para un futuro como hombres. Allí estaban Eddard, al que llamaban cariñosamente Ned, y Benjen, el menor, batiéndose en duelo. Junto a ellos estaba Lord Robert, de la casa Baratheon de Bastión de Tormentas, un muchacho de la edad de Ned, y amigo de éste desde la infancia. Los dos eran pupilos del Lord Protector del Valle, Jon Arryn, pero estaban pasando unas semanas en Invernalia. Todos eran observados de cerca por Brandon. Éste era el mayor y ya tenía quince años. Alto y fuerte, además de apuesto, era su gran orgullo, digno heredero de él, Lord Rickard Stark, señor de Invernalia. Ahora que había llegado a un compromiso para casarlo con la hija mayor de Lord Hoster Tully, la alianza con Aguasdulces haría de ambas regiones dos territorios poderosos. Catelyn Tully cumplía con todos los requisitos para ser la futura señora de Invernalia y, aunque aún tenía doce años, lo que observó en ella le gustó: educada, con porte señorial, madura e inteligente. Nada que ver con su hermana Lysa, que parecía bastante alocada y siempre iba en compañía de ese niño extraño e insignificante, el pupilo de Lord Hoster, un tal Petyr Baelish de Los Dedos. En cierto modo le recordaba a su propia hija, Lyanna, en la actitud rebelde. Lord Rickard estaba seguro de que no la encontraría precisamente recluida en sus habitaciones, leyendo o bordando, sino que estaría cabalgando por los bosques a esas horas a pesar de ser sólo una cría de apenas nueve años. Tendría que encontrar la manera de meterla en cintura…. Pero era la niña de sus ojos y no podía negarle nada. El sonido de las espadas de entrenamiento lo sacó de sus pensamientos. Sí, con Brandon la sucesión estaba más que asegurada. Los muros de Invernalia durarían unos siglos más y resistirían como siempre la llegada de los fríos inviernos que azotaban el Norte.
Al entrar en la fortaleza pudo observar a sus tres hijos varones ejercitándose en el patio de armas, casi como si estuvieran jugando, pero en realidad estaban preparándose para un futuro como hombres. Allí estaban Eddard, al que llamaban cariñosamente Ned, y Benjen, el menor, batiéndose en duelo. Junto a ellos estaba Lord Robert, de la casa Baratheon de Bastión de Tormentas, un muchacho de la edad de Ned, y amigo de éste desde la infancia. Los dos eran pupilos del Lord Protector del Valle, Jon Arryn, pero estaban pasando unas semanas en Invernalia. Todos eran observados de cerca por Brandon. Éste era el mayor y ya tenía quince años. Alto y fuerte, además de apuesto, era su gran orgullo, digno heredero de él, Lord Rickard Stark, señor de Invernalia. Ahora que había llegado a un compromiso para casarlo con la hija mayor de Lord Hoster Tully, la alianza con Aguasdulces haría de ambas regiones dos territorios poderosos. Catelyn Tully cumplía con todos los requisitos para ser la futura señora de Invernalia y, aunque aún tenía doce años, lo que observó en ella le gustó: educada, con porte señorial, madura e inteligente. Nada que ver con su hermana Lysa, que parecía bastante alocada y siempre iba en compañía de ese niño extraño e insignificante, el pupilo de Lord Hoster, un tal Petyr Baelish de Los Dedos. En cierto modo le recordaba a su propia hija, Lyanna, en la actitud rebelde. Lord Rickard estaba seguro de que no la encontraría precisamente recluida en sus habitaciones, leyendo o bordando, sino que estaría cabalgando por los bosques a esas horas a pesar de ser sólo una cría de apenas nueve años. Tendría que encontrar la manera de meterla en cintura…. Pero era la niña de sus ojos y no podía negarle nada. El sonido de las espadas de entrenamiento lo sacó de sus pensamientos. Sí, con Brandon la sucesión estaba más que asegurada. Los muros de Invernalia durarían unos siglos más y resistirían como siempre la llegada de los fríos inviernos que azotaban el Norte.
Fántástico Prólogo!! ;) "Los muros de Invernalia durarían unos siglos más " snif snif
ResponderEliminarAins... El Martin se metió por ahí y la lio parda, jajaja.
EliminarComenzamos el viaje.,^^ a conocer más del pasado de Invernalia y varios personajes jaja que tierno conocerlos años atrás, me encanta.
ResponderEliminarYa verás a Eddard... ;)
EliminarOtra historia más que empieza, y con un fantástico prólogo, como debe ser! :P Me encanta que hayas tomado la iniciativa de escribir un fic de la historia de Ned, Lyanna y Robert antes de lo que conocemos en CDHyF ^^
ResponderEliminarUn abrazo enorme, y vamos a ver qué nos depara este nuevo viaje! :P
¡Espero que os guste! Aún estoy escribiendo, uf.
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