RHAEGAR
Entró
en el suntuoso palacio real para tomar un baño después del entrenamiento.
Caminaba tranquilamente por el pasillo de los aposentos de la familia cuando un
bulto blanco pasó corriendo por su lado, como un rayo. Rhaegar tuvo los
reflejos de agarrar a aquello por un brazo: no era sino su hermano pequeño
Viserys. El crío tenía casi siete años y, aunque alto para su edad, se
comportaba como un bebé caprichoso. Rhaegar se preguntó cuál sería la idea
alocada que se le habría pasado por la cabeza ese día. Mientras lo sujetaba con
fuerza, Viserys no paraba de patalear, intentando zafarse del fuerte brazo de
su hermano mayor, que reía viendo los esfuerzos inútiles del niño. «¡Suéltame!», gritaba Viserys, al tiempo que trataba de agarrar el largo pelo
plateado de Rhaegar. «¡Soy de la sangre del Dragón, no te atrevas a despertar
al Dragón o sabrás lo que es bueno!» El príncipe aflojó el abrazo un poco, lo
que fue aprovechado por Viserys para morderle la mano. Rhaegar no pudo evitar
abofetear al pequeño y reñirle su comportamiento estúpido. Viserys se marchó
llorando y jurando venganza, al tiempo que repetía que había despertado al
Dragón y ardería en su ira. Mientras comprimía la herida sangrante con un
pañuelo, Rhaegar no pudo evitar pensar que Viserys parecía haberse contagiado
de la locura de su padre. Le quedaba el consuelo de que no era el heredero al
Trono de Hierro ni tampoco había ninguna hermana con quien casarlo.
Llegó
al dormitorio matrimonial. Entró con sigilo por si Elia estaba durmiendo,
aunque pronto se percató de que no, porque la pequeña Rhaenys, hija de ambos,
estaba revoloteando por la estancia. La niña era físicamente una Martell:
castaña de pelo y un poco rolliza, pero lucía un mechón plateado en la frente.
Elia se incorporó del lecho con aspecto cansado, aunque sonrió al ver a su
marido. Rhaegar la miró con dulzura: a pesar de que no existía la pasión amorosa
entre ellos, no podía reprochar nada a su esposa. Se aproximó y depositó un
suave beso en su mejilla, a lo que ella respondió con otro en la boca, que
sorprendió al joven. «Mi adorado esposo, tengo una buena noticia para ti.» Él
no supo interpretar su rostro. «¿No lo imaginas?», continuó la mujer, al tiempo
que se pasaba la mano por el vientre.
Viserys que estúpido es, ya desde pequeño xD
ResponderEliminarNació siendo un tontucio y así le fue, jajaja.
EliminarEn si no me imaginaba así a Viserys, ya que Dani dice en los libros que cuidaba de ella y demás, que con los años si va cambiando, aunque claro es un fic y cada cual escribe como quiere sus historias XP.
ResponderEliminarPues tienes razón... supongo que se me ha quedado más la imagen del Viserys adulto. Lo mismo cuando nace Dany se vuelve más responsable, jejeee. En fin, espero que Martin no se me enfade, jajajaa.
EliminarGracias por comentar :)