EDDARD
Era
la mañana de la tercera jornada de justas. Salieron del hospedaje los Stark y
Robert, que se mostraba ansioso por llegar. Lyanna parecía ausente de todo a
pesar de que Robert iba a tener su momento del gloria ese día. Ned notaba a su
amigo un tanto preocupado con su hermana desde la noche de la cena, y él mismo
sentía esa misma preocupación. Sabía que le mentía, que todo ese asunto de la
enfermedad era una farsa planeada entre ella y Benjen, pero no llegaba a
averiguar el propósito. Eddard se exasperaba con los acertijos y charadas, y
con las mentiras y las intrigas aún más.
De
camino se encontraron con Howland Reed, el lacustre. Se había recuperado casi
del todo de sus heridas y Ned lo invitó a unirse a ellos para presenciar los
combates. Eddard vio una oportunidad para indagar en el asunto del Caballero
del Arciano, ya que estaba casi seguro de que él era el misterioso
participante. Inició una conversación inocente que llevó al tema que a Eddard
le interesaba. «Y, ¿os enterasteis de lo del Caballero del Arciano, rebautizado
como Caballero del Árbol Sonriente, Howland?» El lacustre respondió que sí,
porque afirmaba haber estado presente ese día. Ned no recordaba haberlo visto…
O era un excelente mentiroso o decía la verdad. Lo miró fijamente a los ojos,
pero Reed no se inmutó, sólo comentó lo valiente que había sido ese caballero y
el placer que sintió cuando vio derrotados a los amos de los tres escuderos que
lo atacaron. Lyanna se volvió al oír la conversación un tanto turbada. Ned se
percató de la mirada cómplice entre ella y Benjen. ¿Acaso ellos tenían algo que
ver? Sacudió la cabeza… ¿Qué tonterías estaba pensando? Un par de críos no
podrían haber hecho algo así, y menos una niña como su hermana, aunque fuera
muy diestra con la espada. A lo mejor habían pagado a alguien para ello… Todo
eran conjeturas sin fundamento.
Ese día, el torneo
empezó con sorpresa: el príncipe Rhaegar, invitado de excepción, iba a
presentarse a las justas. Lord Whent no había previsto tal cosa, pero algo así
no haría sino dar más lustre a su torneo. Eddard y sus hermanos pequeños
tomaron asiento en la parte del graderío reservada para ellos, mientas que
Brandon se preparaba para participar, movido por el deseo de derrotar al
Targaryen. Ned rodeó a Lyanna con su brazo y ella reaccionó con afecto: «Espero
que Robert gane su desafío. Es tan orgulloso que, si pierde, estará todo lo que
queda de torneo enfadado.» Eddard sabía que su hermana estaba en lo cierto: su
amigo era temible en las derrotas y no tenía ganas de sufrir su mal humor.
Rhaegar
Targaryen salió a la arena montando un magnífico caballo de guerra. Eddard notó
a Lyanna temblar… Imposible que fuera de frío. «¿Qué te pasa? ¿Aún estás
enferma?», le preguntó. «Oh, no, no te preocupes, Ned. Ha sido sólo un pequeño
escalofrío por los nervios de ver a Bran y a Robert», contestó ella. El
príncipe lucía una armadura espectacular a juego con un yelmo coronado por tres
dragones que brillaban bajo el sol. Su primer contrincante era Yohn Royce,
caballero de reconocido prestigio que, sin embargo, fue derrotado sin problemas
por Rhaegar, a pesar de que aquél lucía su armadura decorada con runas
protectoras.
Por fin era el turno de
Brandon. Eddard confiaba en la victoria de su hermano, que era muy hábil tanto
con la lanza como con la espada. Lyanna se removió en su asiento al ver salir a
los dos contrincantes. Rhaegar seguía llevando la misma armadura y el casco con
los dragones, intactos aún. Brandon lucía una armadura brillante, adornada en
el pecho con la silueta de un huargo corriendo. Su yelmo tenía la forma de la
cabeza del mismo animal, con las fauces abiertas y dos orejas replegadas, como
si el lobo estuviera en guardia y a punto de atacar.
Tomaron posiciones. Los
caballos estaban muy nerviosos, tanto como el público asistente. Ned no quería
perderse detalle. Los jinetes picaron sus monturas y éstas echaron a correr.
Las lanzas se encontraron a la mitad del camino y ninguno llegó a descabalgar
al otro. Volvieron a la posición de salida y repitieron la carrera. Esta vez,
Rhaegar desmontó a Brandon. Eddard se puso en pie, preocupado por su hermano,
mientras que Lyanna se mordía los nudillos. Bran se incorporó y sacó su espada,
retando al príncipe, que bajó del caballo y aceptó el desafío. El duelo duró
casi veinte minutos en los que nadie podía decir quién sería el vencedor.
Finalmente, Rhaegar desarmó al Stark y obtuvo la victoria. Ned se dio cuenta de
que el príncipe felicitaba a su hermano tras el combate. Miró a su hermana:
tenía las mejillas coloradas y los ojos abiertos de par en par.
Antes del
enfrentamiento cuerpo a cuerpo, se celebró una competición de arquería y otra
de lanzamiento de hacha. Mientras tanto, los participantes en la siguiente prueba
iban preparándose. Finalizadas las dos anteriores, se presentaron los siete
caballeros que iban a tomar parte. Robert destacaba por altura sobre el resto.
Lyanna aplaudió de una manera un tanto afectada al verlo salir. A Eddard le
parecía que exageraba sus emociones en presencia de Robert, actuando más que
sintiendo. La estancia en Harrenhal la había cambiado de alguna forma, no era
la misma... La prueba fue rápida y su amigo obtuvo una victoria sin par sobre
sus seis adversarios. Robert era una fuerza de la naturaleza, colosal y con un
arrojo del que Ned carecía. Se le veía feliz con su victoria y pronto se
dirigió hacia el palco donde estaba Lyanna para ofrecerle el triunfo. La muchacha
bajó los ojos y le dio un pañuelo en señal de agradecimiento. Robert lo besó y
lo guardó en su pecho. El público coreaba el nombre del señor de Bastión de
Tormentas mientras que, como pudo ver Ned, su hermana permanecía con los labios
cerrados.
Que emocionantes batallas!! Pero.. se acerca la mas dura...
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