AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

martes, 4 de diciembre de 2012

Capítulo 20


LYANNA
            Siguió al caballo del príncipe con los ojos hasta que se perdió en la lejanía. Aún no podía creer lo que le había sucedido. ¡Se había enfrentado en un duelo a espada con Rhaegar Targaryen! No sabía si estaba más nerviosa por el hecho de haber retado al mismísimo príncipe de los Siete Reinos o por haberlo tenido tan cerca… Se recogió el pelo con una cinta y ayudó a su hermano a ponerse en pie. «Rápido, quítame la armadura, tenemos que marcharnos de aquí antes de que Bran, Ned y Robert lleguen al hospedaje y se descubra nuestro plan.» Dejaron la armadura abandonada y el escudo colgando de un árbol. Montaron en uno de los caballos, dejando al más viejo libre, y trotaron hasta la ciudad. Una vez llegados al hospedaje, regalaron el caballo a un herrero que había cerca del lugar y subieron corriendo a sus habitaciones. Por la escalera se tropezaron con la mujer del dueño y Lyanna le dio dos dragones de oro por los servicios prestados. «Recordad que no hemos salido de nuestras habitaciones nada más que para ir a las letrinas.» La mujer miró la cara hinchada de Benjen. «¿Y cómo vais a explicar esto?» Lyanna ya lo había pensado. «Diremos que se mareó mientras iba a vomitar y se golpeó con una silla. Mis hermanos tienen que creer que estuvimos aquí todo el tiempo.» Entraron en sus habitaciones para meterse en las camas. Lyanna se desvistió con rapidez, guardando Espetón en el fondo de su baúl, y se metió en la cama con una camisola.

            Pasados diez minutos, oyó los pasos de sus hermanos y de Robert por el pasillo. Ned entró con sigilo para no despertarla, pero ella le indicó que pasara, que estaba despierta. «¡Me muero de ganas de que me lo contéis todo!» Su hermano tomó asiento cerca de la cama y le tocó la cara. «Estás ardiendo, Lyanna. ¿No tendrás fiebre?» La muchacha se llevó la mano al rostro y lo notó caliente y sudoroso, pero sabía que no era por un estado febril. «No, me encuentro bien. Aquí hace demasiado calor, supongo. Y nosotros estamos tan acostumbrados al frío que…» Eddard puso cara de sospecha otra vez. Lyanna temió que la interrogara, así que volvió al tema del torneo. Ned le contó lo ocurrido con el Caballero del Árbol Sonriente y ella escuchaba embobada, aparentando sorpresa a cada detalle que su hermano le daba. Rió para sus adentros cuando Eddard exageró algunos momentos de las justas que ensalzaban el valor del desconocido. «Es una pena que no hayáis podido venir ni Benjen ni tú. Habríais disfrutado muchísimo, porque lo de hoy ha sido impresionante”, dijo Ned.» ¿Y no se sabe nada de ese misterioso personaje, su identidad?» El hermano negó con la cabeza. «No, pero el príncipe Rhaegar prometió descubrir quién era y lo persiguió hacia el bosque. Aún no hay noticias de si tuvo éxito en su empresa, pero yo creo que va a fracasar.» Ella respiró con alivio. Así que Rhaegar no la había delatado… de momento.
            Robert entró en la habitación. Ned se marchó a ver a Benjen como excusa para dejarlos solos. El joven Baratheon se sentó en la cama. «Espero que estés mejor, Lyanna. Será para mí un honor que mañana puedas verme en las justas. Quiero ofrecerte mi victoria.» Ella le sonrió con gesto forzado, asegurándole que estaría perfectamente. Robert la besó en los labios con suavidad. Lyanna se estremeció pensando en cómo sería ser besada por Rhaegar. Cerró los ojos e imaginó que era el príncipe quien estaba allí con ella y devolvió el beso con pasión. Robert se sobresaltó ante la reacción de la muchacha y rompió el contacto. «¡Deberías enfermar más a menudo, jajaja! Casi me dejas sin respiración.» Lyanna tenía el corazón acelerado y notaba un cosquilleo en la parte baja del estómago que era nuevo para ella. Miró a Robert a los ojos, intentando convencerse de que él era su prometido y a él debía fidelidad. Pero en su mente sólo veía una mirada índigo rodeada de plata.


2 comentarios:

  1. Los sentimientos de Lyanna empiezan a decantarse claramente hacia un vencedor... pobre Robert, para el ella lo es todo.

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