BRANDON
La
derrota sufrida no cambió el buen ánimo de Brandon, aunque le hubiera encantado
vencer a Rhaegar. Había algo en él que no terminaba de gustarle. Cuando
finalizó su combate, el joven príncipe lo felicitó volviéndose después hacia el
palco de sus hermanos y no hacia el de su esposa. No quería pensar mal, pero
Lyanna se mostraba nerviosa antes de su enfrentamiento, y ya no sabía si era
por él o por Rhaegar. Cuando Robert combatió estaba más relajada, aunque
aplaudió con alegría cuando su prometido ganó y le ofreció su victoria. Ned no
le había comentado nada, algo que tampoco le extrañaba teniendo en cuenta el
carácter reservado del muchacho. A ello había que añadir lo serio que estaba
con él desde el baile en Harrenhal. Y todo por la tal Ashara Dayne. La buscó
entre el público que acudía al último día de torneo: allí estaba, detrás de la princesa Elia Martell. Ella notó la
mirada de Brandon y lo observó con unos ojos que el Stark interpretó como de
reproche. La verdad es que no recordaba nada de lo ocurrido con ella. Ambos
habían bebido demasiado y en su mente sólo quedaban retazos de sensaciones:
algún beso, abrazos, el tacto del cabello de Ashara entre sus dedos…
El
cuarto día del torneo se había limitado a una competición de bardos y una
carrera de caballos, y fue para Bran una jornada aburrida. El quinto, con el que terminaban las justas, llegó por fin. La expectación era máxima, porque los participantes eran, además
de Rhaegar, Ser Barristan Selmy y Ser Arthur Dayne, el hermano de Ashara. Los
primeros en enfrentarse fueron el príncipe y Ser Arthur. Se preveía un combate
largo y así fue. La Espada del Amanecer era
el mejor amigo de Rhaegar, lo que no impedía el deseo de aquél por vencer. Se
contaba que había roto hasta doce lanzas en el Torneo de Bastión de Tormentas
antes de ser vencido por el príncipe. Brandon notaba el nerviosismo de Ser
Arthur ante una nueva derrota. Tras quebrar varias lanzas y enfrentarse a
espada, Rhaegar volvió a ganar a Dayne. El Targaryen ayudó a su amigo a
levantarse de la arena y se fundieron en un fuerte abrazo. «El joven parece
bastante afable a pesar de todo», pensó Bran.
Se
hizo una pausa para que Rhaegar descansara antes de su último enfrentamiento.
Lyanna estaba sentada entre Robert y Brandon y parecía inquieta. Su prometido le
acariciaba el rostro y ella bajaba los ojos con timidez, rasgo que no era
propio de ella. Bran quiso creer que todo el ajetreo de los días de torneo,
unido al episodio de la enfermedad, la habían agotado.
Rhaegar
y Ser Barristan estaban ya preparados. Para esta última justa, el príncipe
había reservado una espléndida armadura con el pectoral decorado con un dragón
de tres cabezas formado por centenares de rubíes. El yelmo volvía a ser el de
siempre, pero brillaba más, como si lo acabaran de pulir. Ser Barristan lucía
su armadura de la Guardia Real con capa blanca. No era comparable a la del
príncipe, ni tampoco lo era él en apostura, pero transmitía una dignidad
admirable. El combate terminó como el anterior, con los dos contrincantes en la
arena luchando a espada. Ser Barristan peleaba con furia, intentando derrotar
por todos los medios a Rhaegar. Éste se defendía con agilidad. Parecía no
cansarse nunca y acabó por vencer finalmente.
El
público aplaudió al ganador, que montó en su caballo de guerra tras quitarse el
yelmo para lavarse el rostro cubierto de sudor. Cabalgó lentamente, saludando a
sus súbditos, hasta el lugar en el que se exhibía el premio: la corona de rosas
azules de invierno para la Reina del Amor y de la Belleza. La tomó entre sus
manos y reanudó la marcha. Todo el mundo miraba hacia el palco en el que estaba
Elia Martell, la esposa de Rhaegar. Sin embargo, el príncipe pasó de largo y
comenzaron los murmullos entre el público. Brandon también estaba extrañado por
la actitud del vencedor. ¿A quién iba a coronar en lugar de a su esposa? De
repente, el caballo se detuvo frente a él. Rhaegar hizo una reverencia, como
pidiendo permiso, y tendió la corona a Lyanna. Bran miró a su hermano Ned y a
Robert, que tenía la cara encendida. La joven estaba ruborizada y se dejó
coronar por Rhaegar. La gente volvió a aplaudir, pero en el palco real nadie lo
hacía.
Ese Rhaegar es tan misterioso y apuesto, quisiera ver esto en televisión. *-* Que pasará después será que Lyanna siente algo por Rhaegar o aluciné veo posibles mezcla de parejas jaja lo que hace el vino XD gracias por el capítulo, me encantaron las ilustraciones, besitos Athena.
ResponderEliminarPiensa un poco en el título del fic ;)
EliminarXD ni me digas que pensaré lo peor jajaja.
EliminarME ENCANTA! Estos dos últimos escritos me han gustado mucho, mucho mucho, por fin la ha coronado, ahora a ver que más pasa *-*
ResponderEliminar¡Gracias! Me alegro de que vaya gustando. Viene la parte interesante... :)¡Y la cola que traerá!
EliminarEse Rhaegar es todo un loquillo
ResponderEliminarL'amour...
EliminarQue atrevido ha sido Rhaegar... ¡va a desatar la ira de Robert! No se como se ha quedado sentado en la grada... a ver que pasa a partir de ahora!!
ResponderEliminarLa verdad es que sorprende que ni los Stark ni Robert hicieran nada. Fue tan inesperado que no les dio tiempo a reaccionar.
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