AVISO

Este fic contiene sólo especulación. Se basa en diversas teorías que hay por la red. Si no quieres que se te desvele nada que creas importante, no lo leas. Pero insisto: no dice nada que se haya escrito y/o publicado aún. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin.

martes, 18 de diciembre de 2012

Capítulo 24


LYANNA
            Habían pasado más de cuatro meses desde el torneo de Harrenhal. Robert y Ned estaban de nuevo en el Valle con Jon Arryn, mientras que Brandon y Benjen seguían en Invernalia. El mayor de los Stark iba a contraer matrimonio muy pronto con Catelyn Tully, así que andaba muy ajetreado preparando una última visita a la Región de los Ríos para ultimar ciertos detalles antes del enlace. Lyanna también estaba de preparativos nupciales, ya que su boda quedaba asimismo muy cerca. Necesitaba de algunas telas para que le confeccionaran trajes y un ajuar adecuado para una joven de su posición y aún no las tenía consigo, aunque ésa no era su mayor preocupación. Mientras estaba ocupada con los preparativos en torno a su boda, se olvidaba de todo lo ocurrido en el torneo, pero no podía borrar la imagen de Rhaegar de su cabeza. Lyanna tenía aún presente el momento en el que el príncipe Targaryen la coronó delante de todo el mundo, incluida su propia esposa embarazada. Durante el viaje de vuelta a Invernalia, sus hermanos mayores no pararon de acosarla a preguntas sobre por qué Rhaegar había hecho tal cosa, si no la conocía de nada, cuestiones a las que ella no sabía qué responder. El único que no preguntó fue Robert. Su actitud seria era una manera de decir a Lyanna que sospechaba algo. Los días de viaje juntos fueron una auténtica tortura para ella. Nunca supo disimular sus sentimientos y Robert captó el cambio que había experimentado desde Harrenhal. Una vez que Ned y él se quedaron en el Valle, el camino hacia Invernalia se hizo más relajado, si bien Brandon insistía en saber el por qué de la decisión de Rhaegar.

Subió a su habitación para recoger una caja de costura que no usaba en años. Al entrar, un aroma inconfundible la transportó en el tiempo y en el espacio. Conservaba la corona del torneo en su dormitorio como si fuera un tesoro. Las rosas se habían secado y oscurecido, pero seguían emanando un perfume que la llevaban a aquel instante cada vez que entraba en sus aposentos. Un escalofrío recorría su cuerpo al visualizar a Rhaegar: su pelo plateado, sus ojos azul índigo, su apostura. Le ardían las mejillas si pensaba en él, en su enfrentamiento a espada, en cómo la miró cuando le quitó el casco... Su situación era insoportable. Estaba enamorada de una ilusión, de alguien inalcanzable al que no volvería a ver jamás. Se decía a sí misma que debía olvidar a Rhaegar, porque iba a casarse con Robert, un joven que la adoraba, apuesto y poderoso. Era una niña y ya se estaba complicando la vida. Empezó a llorar desconsoladamente ante todo lo que le deparaba el futuro. ¡Era una tonta! Nada en la vida real tenía que ver con las historias de damas y caballeros que las criadas contaban para soñar despiertas. 
Se secó las lágrimas. Tenía que ser fuerte y afrontar su destino. Era una Stark de Invernalia, nada la haría caer. Cuando iba a salir de la habitación, tuvo una idea. Tomó una pluma y un pergamino y escribió unas líneas. Se escondió la carta en el pecho y fue en busca de su padre. Lord Rickard la recibió en el salón principal. «Tienes mala cara, hija. ¿No duermes bien?» La muchacha restó importancia a su aspecto y se centró en lo que pretendía. «Padre, mis nupcias están cerca y hay algunas telas que desearía adquirir. Pero sólo las podré encontrar en Desembarco del Rey. ¿Podría ir allí a elegirlas? ¡Me haría tanta ilusión sorprender a Robert con ellas!» Su padre puso mala cara. Lyanna sacó todas sus armas para convencerlo hasta que lo consiguió, aunque Lord Rickard cedió a regañadientes. «Irás acompañada de una buena escolta. Podemos aprovechar la partida de tu hermano para que parte del camino lo hagáis juntos.» La joven besó a su padre contenta. Una vez sola, se encaminó hacia las dependencias del maestre, asegurándose de que él no estuviera. Wallys se encargaba de los cuervos para enviar y recibir mensajes. Cuando ella era pequeña, pasaba mucho tiempo con él y conocía bien el proceso para usar esos pájaros. Colocó la nota manuscrita en uno de ellos y lo lanzó desde la ventana. Era una operación arriesgada, pero necesitaba ver a Rhaegar una vez más antes de unirse a Robert.

3 comentarios:

  1. ¡Que decisión! ¡Que atrevida es la joven Stark! veremos en que acaba esa carta...

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  2. Solo una corrección. Luwin no sería el maestre en ese entonces sino Wallys Flowers quien metió, según Lady Dustin, las ambiciones sureñas a Lord Rickard.

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